Este preciosos lugar está ubicado entre los municipios de Ubrique y Alcalá de la Frontera, lindando los términos de las provincias de Málaga y Cádiz.
Para llegar lo podéis hacer por la Ctra.-3331 dirección Jimena de la Frontera, desde Cortes de la Frontera, lo encontraréis facilmente para más exactitud, en el Km. 34.
Nada más llegar la postal que divisamos es propia de foto, frondosidad por donde mires, verdes laderas, etc.... todo ello envuelto por el sonido del discurrir de las aguas y y la relajación de la naturaleza.
Este paisaje es permanente en todo el recorrido, así que os podéis hacer una idea de lo que os puedo contar.
Al comienzo de la ruta nos encontramos una serie de edificaciones rurales que son el punto de información y abastecimiento, junto a unas mesas de picnic.
Pasado este punto es donde empieza el trayecto, tras una puerta metálica que reza "el último en pasar que cierre la puerta para que no se escape el ganado" o algo así.
Desde el punto de inicio hasta la zona de las cabañas de madera hay un camino ascendente por la montaña de 1,2 km. que te transporta a un mundo de verde follaje, gran variedad de setas y plantas en general y contínuos riachuelos.
Tras cruzar sobre un puente de madera el pequeño río que bajaba caudaloso, llegamos a otra zona de cabañas donde podemos observar las ruinas de lo que era una especie de iglesia, por la formar de la entrada y la estructura, que hoy día a sido readaptada para poder hacer comidas en unas parrillas que han instalado en uno de sus laterales y unas mesas de madera bajo unas carpas de lona donde se puede parar a reponer energía.
Después de un breve descanso, continuamos el sendero hasta llegar a una bifurcación que nos indicaba los caminos a seguir para llegar al pico de la Veleta o a la Laguna.
El camino hacia la Laguna es al igual que lo visto hasta ahora, precioso, e incluso nos guardaba una sorpresa, nos cruzamos con un par de grupos de vacas mansas que pese a su pacífico aspecto, os aseguro que imponen por su tamaño y por la cornamenta que poseían.
Al poco rato llegamos a la deseada Laguna, que protegida con una valla esperaba sosegada a la visita de curiosos amantes de la naturaleza como nosotros, su tamaño es menor que el que imaginaba (por lo menos yo), pero lo suplía perfectamente con lo bello del lugar donde aprovechamos para, sobre unas piedras colocadas a modo de observatorio del lugar, tomarnos un respiro.
El camino de vuelta hasta el punto de inicio se hizo bastante cómodo ya que la temperatura era ideal y la caminata no había sido tan dura como preveíamos, aún así al llegar nuevamente a la zona donde se ubicaban las primeras cabañas de madera, nos sentamos a observar la belleza del paisaje que pronto
dejaríamos y a calentarnos con el delicioso sol que nos regalaba este inicio de año.
Esta ha sido una experiencia que debería ser obligatoria para toda persona que le apasione la naturaleza, por lo menos en mi opinión.
Espero haberos entretenido y, por un momento, haberos transportado a ese peculiar sitio con tanto encanto.
Un saludo.
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