abiertos y atento a cualquier moviento.
La verdad es que nada más que por esto, el viaje ya había merecido la pena.
El viaje fue rápido y ameno, el avión despegó puntual y nada más llegar a Barcelona estaba Jóse (mi cuñado y padre de Marc) esperándonos en la puerta de la Terminal 1 para llevarnos a casa. Y como podreis imaginar nos pasamos todo el día contemplando y dandole achuchones al peque.
El Sábado, a primera hora de la mañana, fuimos de compras al poligono de Martorell pero la visita fue poco fructífera, asi que tomamos rumbo a la cuidad condal y estuvimos paseando por el Barrio Gótico, la verdad que aún estaría allí si pudiera dando vueltas por ese laberinto de calles inmensamente ricas en cuanto a arquitectura se refiere y tan variopintas. En cada paso descubres un detalle que no vistes en la anterior pasada, cada esquina esconde un nuevo escondite, es como si te trasladaras en el tiempo y por un instante, pudieses andar por esa Barcelona de antaño abarcando desde la época romana hasta la actual.
El Sábado, a primera hora de la mañana, fuimos de compras al poligono de Martorell pero la visita fue poco fructífera, asi que tomamos rumbo a la cuidad condal y estuvimos paseando por el Barrio Gótico, la verdad que aún estaría allí si pudiera dando vueltas por ese laberinto de calles inmensamente ricas en cuanto a arquitectura se refiere y tan variopintas. En cada paso descubres un detalle que no vistes en la anterior pasada, cada esquina esconde un nuevo escondite, es como si te trasladaras en el tiempo y por un instante, pudieses andar por esa Barcelona de antaño abarcando desde la época romana hasta la actual.
Este barrio ha sufrido muchas modificaciones a lo largo del tiempo, por eso (y para mí, ahí esta el encanto) podemos observar una escultura del s. XX junto a un edificio del s. X e incluso dentro de una misma edificación se pueden observar reformas de épocas posteriores con los detalles característicos de su periodo.
Después de un buen rato paseando por la zona, llegamos a la calle Ferran, donde pudimos comer muy bien y muy buen precio en un pequeño pero acogedor restaurante italiano. Seguidamente pasamos por la plaza Real y subimos por la Rambla hasta llegar al Mercado de la Boquería.
Después de un buen rato paseando por la zona, llegamos a la calle Ferran, donde pudimos comer muy bien y muy buen precio en un pequeño pero acogedor restaurante italiano. Seguidamente pasamos por la plaza Real y subimos por la Rambla hasta llegar al Mercado de la Boquería.
Este mercado es un mercado especial para mí, ya no sólo por los productos que ofrecen que son exquisitos y singulares, sino porque el ambiente que él se respira invita a adentrarte en sus callejuelas y dejarte llevar por el baile de colores y olores que allí se vive.
Junto a estas líneas pongo un par de fotos que resumen brevemente lo que allí podeis encontrar como frutas exóticas o marisco de primerisima calidad.
Ah!, no podeis dejar pasar la oportunidad de probar los zumos naturales que se vende por todos lados a 1€ mas o menos y que estan buenísimos y para quien se lo pueda permitir los dulces y golosinas que nada más ver su aspecto, invitan a probrarlas.
Seguidamente pusimos rumbo al Pueblo Español,
este reclamo turístico fué creado en 1929 con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona y tal fue su expectación que aún hoy se mantiene en todo su esplendor. Consta de una reproducción a escala de edificios, calles y plazas significativas de España. Es una visita obligatoria para todo aquel que le guste la arquitectura y la historia de España, aunque el precio de la entreda es un poco elevado a mi parecer (8,5 € por persona). El recorrido se puede realizar tranquilamente en 2 horas y dentro de los distintos edificios se pueden encontrar tiendas de artesanía como articulos de vidrio, cuero, etc. Algunos rincones del recorrido, como el de la foto, son merecedores de su visita.
Seguidamente pusimos rumbo al Pueblo Español,
este reclamo turístico fué creado en 1929 con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona y tal fue su expectación que aún hoy se mantiene en todo su esplendor. Consta de una reproducción a escala de edificios, calles y plazas significativas de España. Es una visita obligatoria para todo aquel que le guste la arquitectura y la historia de España, aunque el precio de la entreda es un poco elevado a mi parecer (8,5 € por persona). El recorrido se puede realizar tranquilamente en 2 horas y dentro de los distintos edificios se pueden encontrar tiendas de artesanía como articulos de vidrio, cuero, etc. Algunos rincones del recorrido, como el de la foto, son merecedores de su visita.
El domingo lo dedicamos a conocer el pueblo donde nos albergábamos, Sant Andreu de la Barca, un pequeño pueblo-dormitorio de Barcelona que se encuentra a unos escasos 20 minutos en coche y a 45 minutos en tren de cercanías de la cuidad condal donde se estaban celebrando las fiestas locales con los típicos puestecillos y cacharritos. Y al caer la tarde fuimos a la cuidad a buscar algún bar donde pudieramos ver el Barça - R. Madrid que ya sabeis que ganó por la mínima el Barça; pero bueno , a lo que vamos, el ambiente era increible ya que toda la cuidad se había paralizado durante 90 minutos y aún con la lluvia que caía en esos momentos todo barcelones aficionado al fútbol (la gran mayoría tratándose del rival) acudió al estadio o en su defecto a cualquier bar que emitiera el partido.
El lunes fuimos temprano a coger el cernanías para que nos llevase a la cuidad donde nos dirigimos hacia el Jardín Botánico, donde pudimos pasear durante 2 horas adentrándonos en una
combinación de plantas que nos trasladaban a rincones que recónditos como Chile, Australia o Africa y nos sorpredió el colorido de algunas de las flores que allí crecían de colores vivos y formas hasta
ahora desconocidas para mí como os muestro con estos ejemplos.
La verdad que estos cuatro inolvidables días han sido maravillosos por todo lo sucedido, pero esto no es más que el preludio de que lo esta cuidad nos puede ofrecer, así que no tendremos más remedio que volver.
Espero que os haya podido trasmitir aunque sólo sea en una mínima parte la ilusión con la que he podido disfrutar de este viaje.
Un saludo.
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